Arthur Fellig, más conocido como Weegee, era el arquetipo del fotógrafo de prensa del siglo pasado. Siempre llegaba primero a la escena de un crimen, a un incendio, una redada o un rescate. En su coche, no sólo llevaba la radio con la que recibía los avisos de la policía, sino que en el maletero también tenía instalado su laboratorio. De este modo, solía ser siempre el primer fotógrafo en llegar a la escena del crimen, revelando en su coche y entregando rápidamente las copias a las editoriales.
El mundo de Weegee es el fotoperiodismo. No hubo un suceso neoyorquino en el que no estuviera presente: asesinatos, luchas entre bandas, espectáculos, incendios, accidentes… sin embargo, aunque fuera más conocido por esta faceta morbosa, también dedicó su tiempo a la experimentación creativa en el laboratorio: desde usar lentes con diferentes texturas o curvas entre la ampliadora y el papel, hasta exponer un mismo negativo varias veces o incluso meterlo en agua hirviendo o al contacto de una llama.
Sin duda un fotógrafo con mucha leyenda a sus espaldas, que ha inspirado varios personajes de películas ambientadas en los años 40 (de hecho, el sábado pasado se emitió "El ojo público", basada en su historia) y cuyas instantáneas nos hacen reflexionar sobre el poder de la fotografía en los medios y en el mercado del arte.
Artículo completo: Xatakafoto.